El objetivo del rendimiento escolar en coherencia con Lamas (2015), es conseguir el
aprendizaje, lo cual implica una revolución de un estado inicial a uno nuevo, moldeado
por diversos procesos que origina la escuela; este desempeño académico se ve
afectado por algunos factores como las condiciones físicas, ambientales, habilidades
individuales y experiencias. Igualmente, Marti (2003), citado por el autor, formula que
otros aspectos que afectan el proceso son la inteligencia, carácter, determinación,
destrezas, incentivos, método de aprendizaje, confianza en sí mismo y el vínculo entre
docente-aprendiz.
Cuando se habla de cerebro y aprendizaje se tiene presente que en el aprendizaje
surgen factores genéticos y ambientales en donde se articulan experiencias
progresivas e individuales en el transcurso de la vida, Sylwester (2020). Cada estímulo
modifica el cerebro permitiendo la generación de ideas gracias al procesamiento en
diferentes áreas cerebrales formando nuevas memorias, Jensen (2004). La
neurociencia comprende las bases neurobiológicas del aprendizaje, las etapas
sensibles y los contextos adecuados facilitando información transcendental a los
maestros para el desarrollo de la educación y el aprendizaje (Brioñes et al., 2020).
Con relación a las funciones ejecutivas (FEs) y el aprendizaje (Zelazo, et al., 2016),
citado por Vasquez (2019), sostiene que son aquellas capacidades que favorecen la
regulación conductual, el logro de metas concretas que incluyen sostener el enfoque,
acordarse de las instrucciones, planear, controlar los impulsos, manejar la frustración
y utilizar las experiencias previas para la resolución de problemas. Según Restrepo et
al. (2019), estas habilidades impactan en el desarrollo académico y el rendimiento
escolar, como indican Luciana et al. (2005) y Escobar et al. (2008), abarcando todas
las etapas de la vida. Así mismo, Best y Miller (2010), Diamond (2013), y Miyake et al.
(2000), proponen que las funciones ejecutivas incluyen inhibición de respuestas
automáticas, flexibilidad cognitiva y planificación motora. Estas se desglosan en tres
funciones principales: inhibición, flexibilidad y actualización cognitiva, que dependen
de la memoria de trabajo. Tirapu-Ustárroz y Muñoz-Céspedes (2005), argumentan que
dichas funciones están vinculadas con la memoria, autorregulación, aprendizaje,
razonamiento, resolución de problemas y control de la conducta según la literatura
científica.
La efectividad lógica requiere de adecuada actividad cognitiva para la resolución de
problemas y la planificación donde se destacan tres aspectos fundamentales: en
primer lugar, el control atencional en donde se encuentran la atención selectiva, la
atención sostenida y la inhibición, en segundo lugar, la fijación de una meta que abarca
ideas, ordenación, planificación y métodos de resolución, en tercer lugar, plasticidad
mental, memoria de trabajo, variación en el foco atencional, autonomía, intercambio
de información y autocontrol. Las funciones ejecutivas cambian con los años y se
consideran vitales para el desarrollo académico y social presentándose de forma
diferente en el progreso típico y atípico, por lo que involucra ciertos aspectos que se
deben tener en cuenta; estas destrezas están asociadas al dinamismo del cerebro en
zonas corticales y subcorticales, relacionadas con el córtex prefrontal, el cual tiene