La RSE está pasando por una gran evolución, desde la forma más antigua y tradicional
de hacer filantropía organizacional hasta la más moderna, según Vives (2011),
asegura que está, desde el punto de vista de América Latina en los últimos tiempos
influye de manera positiva en las empresas hasta llegar a convertir sus actividades en
comportamientos sumamente responsables, también es considerada como un modelo
que puede ser adoptado y aplicado por todas las organizaciones, en cualquier país y
sea cual sea la actividad que realicen de manera que se pueda evidenciar y valorar
la manera en la que apoyan el desarrollo sostenible, es decir las acciones que tomen
deben mitigar el impacto ambiental sin afectar las ganancias de los accionistas, utilizar
los recursos de manera eficiente, convertir estas acciones en ahorros y aumentar el
valor de las mismas.
Según Uribe (2018), la implementación de estas prácticas permite a las
organizaciones mejorar su imagen corporativa, ganar una mayor aceptación entre los
consumidores y las comunidades en las que operan, mejorar su gestión financiera y
su desempeño en términos de consumo de materias primas, agua, energía y gestión
del recurso humano, por lo que muchas se transforman en unidades económicas que
promuevan el desarrollo económico y social y el buen uso de los recursos. En
Ecuador, la responsabilidad social empresarial es un área que ha cobrado importancia
dentro de las empresas en las últimas décadas como una forma de incidir en la
sostenibilidad en la reducción de costos, mejora de procesos y optimización de
recursos.
Según Ormaza et al. (2020), la RSE es la participación y contribución voluntaria de las
organizaciones hacia el mejoramiento económico, social y medioambiental a raíz de
sus actividades comerciales y la relación que tienen con sus grupos de interés con el
propósito de apoyar a la sostenibilidad, y al bienestar social en general. Del mismo
modo Acosta et al. (2020), menciona que, en el mundo empresarial, se trata de valores
éticos aplicados en el ámbito laboral, que permiten el cumplimiento de leyes, políticas
o normas establecidas de manera interna y de forma permanente dentro de la
empresa, realizando prácticas responsables en el desarrollo de sus actividades
favoreciendo así al desarrollo sostenible.
Desde este plano Cogollo (2019), dice que la sustentabilidad es un factor clave para
implementar mejoras en las organizaciones a través de un enfoque de triple equilibrio
que incluye dimensiones económicas, sociales y ambientales para incrementar el
impacto del desarrollo sostenible global. En el campo social, busca mejorar la calidad
de vida, la salud y la educación; en el campo económico, busca un crecimiento
equitativo que no perjudique los recursos ambientales; y, en el campo medioambiental
pretende ser amigable con el medio ambiente, enfocándose en el uso de energías
renovables y el cuidado continuo de la naturaleza, protegiendo los ecosistemas en los
que se desenvuelve y obtiene beneficios.
Hoy en día se dice que las empresas deben ser responsables con sus empleados,
clientes, colaboradores, ambiente y gobierno ya que no solo se trata de generar